Mientras nos identifiquemos con la mente y con lo que la afecta, estaremos controlados por su inconsistente naturaleza y por sus reacciones ante cada nuevo desarrollo dentro y alrededor de nosotros. Sin embargo cuando se produce “la integración” dejamos de identificarnos con ella y pasamos a ser el “perceptor” o “testigo”, entonces la mente deja de ser el amo y pasa a ser el servidor.
La integración es el proceso de regresar a ese estado de dominio mental. El proceso consiste en cambiar una mente errática, por una mente centrada; una insatisfecha por una plena; una complaciente por una exigente consigo misma. Este proceso de integración es Yoga. Una mente no integrada es causa de enfermedad y de servidumbre, el estado de integración es de radiante salud y libertad.
El yoga es un vehículo para el crecimiento y desarrollo adaptable al modo personal de realizar el viaje por la vida. En él el énfasis está en hacer y practicar, no en creer. El mismo nos ofrece un sistema completo para llevar a cabo nuestras acciones en el mundo. La acción es un elemento clave de la vida. Nadie puede dejar de actuar. Nuestras acciones son significativas por que ellas nos conducen o bien hacia la confusión y servidumbre o bien hacia la libertad. Algunas acciones promueven la integración, mientras otras no lo hacen, la diferencia estriba en el estado mental, con el que afrontamos los quehaceres diarios.